jueves, 26 de agosto de 2010

¿LA SABIDURIA DE SALOMON?

Con mucha frecuencia uno escucha a personas pedir a Dios ¨la sabiduría de Salomón¨, pero resulta que la sabiduría que ostentaba Salomón no era suya, sino de Dios. Salomón Había pedido a Dios que le diera sabiduría, y Dios se la concedió. El texto bíblico lo recoge así: ¨Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande? Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto. Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú¨ (I Reyes 3:9-12).

Así que la sabiduría es de Dios, y sólo de él, y es la sabiduría de Dios la que recibe el que se la pide, no la de Salomón; pues Salomón en sí mismo no tenía tal sabiduría, por eso se la pidió a Dios.

Como puede notar, además, esta era la sabiduría que Dios dio a Salomón, y era para él, como la sabiduría que Dios le puede dar a otra persona, será para esa persona, dentro de su ámbito y según el propósito de Dios. Lo que un creyente debe hacer cuando se da cuenta que le hace falta sabiduría, es pedírsela a Dios como hizo Salomón. Así nos lo enseña la Biblia: ¨Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada¨ (Santiago 1:5).

Una persona puede ser inteligente, y se puede adquirir inteligencia estudiando, pero la sabiduría es algo que sólo Dios puede dar. La sabiduría tiene que ver con el buen juicio para comportarse y para relacionarnos en este mundo. Pero vemos que Salomón se apartó de los principios de Dios, del buen juicio, en la postrimería de su vida, y se comportó como un hombre necio en muchos de los actos de su vida, destacándose el triste episodio de su inclinación por la idolatría, inducido por su debilidad por las mujeres.

Así que la próxima vez, no pida usted la sabiduría de Salomón, sino siempre y únicamente la sabiduría de Dios, que nos ayuda a permanecer firmes hasta el final.

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